Fin, cortometraje experimental de Gabriela Martí, introduce una
faceta casi inexplorada en el mundo del cine: el tiempo regresivo, la vida
marcha atrás. Fin supone una
reflexión sobre el paso del tiempo, la moral y la ética en la sociedad actual y
especialmente sobre la eutanasia; todo ello expuesto desde un punto de vista
muy abierto que permite que sea el espectador quien extraiga sus propias
conclusiones.
El corto comienza con los títulos
de crédito marcha atrás, de final a principio. La muerte de una mujer inicia (o cierra) la
acción. Muerte que se transforma en “vida” a medida que pasan los segundos. Vamos
hacia atrás en el tiempo, nuestra curiosidad se despierta de inmediato: ¿qué sucedió
justo antes de su muerte?
No hay color, sólo blanco y negro
en la vida de esta anciana. Cuando su hija la lleva al parque el blanco y negro
se transforma en una mezcla de colores verdosos, fríos y desaturados: existe
vida detrás de las cuatro paredes de su habitación, pero ella no puede más que
verlo todo a través de una mirada enferma y cansada. La música nos perturba,
nos envuelve, nos oprime. Es causante de la sensación de
desasosiego e inquietud que nos invade durante el corto.
Las acciones al verlas marcha
atrás producen gran impacto en el espectador, llegando a resultar
desagradables, incluso repulsivas. La vida no está hecha para vivirla al revés.
Lo que en un principio parecía una muerte natural pronto se transforma en
asesinato (o eso sospecha el espectador). Un asesinato por compasión. Su propia
hija decide ahorrarle un sufrimiento innecesario.
El corto termina como comienza (o
comienza como termina). La anciana yace inmóvil en la cama, esperando a que
llegue la hora de su muerte. ¿Es el tiempo de este corto lineal regresivo o
cíclico?
Hay veces en que vida y muerte son lo mismo.
Hay veces en que vida y muerte son lo mismo.
Nota: me gustaría haber visionado nuevamente el corto ya que no recuerdo
muchos de los detalles que aparecen en él pero me ha sido imposible encontrarlo
en internet.